La vitamina C o ácido ascórbico,
forma parte de uno de los más importantes antioxidantes junto a la vitamina E y
al beta-caroteno (Pro-vitamina A). Esta tríada vitamínica ayuda a neutralizar
la acción de los radicales libres.
Funciones de la vitamina C: mejor
cicatrización de herida (es parte de las sustancias que une a las células para
formar los tejidos), vitamina muy importante para el crecimiento y reparación
de las células de los tejidos, encías, vasos, huesos y dientes, además de
contribuir con la reducción del colesterol, los resfriados comunes y los
efectos de muchas sustancias que producen alergias en nuestro organismo. Una de
las últimas investigaciones apunta que ayuda con la prevención de algunos cánceres.
Vale decir que la vitamina C se
elimina a las tres horas de ser ingerida. Por eso se debe tomar varias veces al
día. Una forma de potenciar sus propiedades es consumir parte de la capa blanca
que se encuentra en la piel de las frutas cítricas porque allí encontramos la
presencia de los bioflavonoides. Por otra parte, las necesidades de vitamina C
varían según etapas de crecimiento, embarazo y heridas.
Las deficiencias del ácido
ascórbico produce Escorbuto: hinchazón y sangrados de las encías, caída de las
piezas dentarias, entre otros síntomas que pueden conducir a la muerte.
El contenido de vitamina C en las
frutas y verduras varía dependiendo del grado de madurez. Es mucho menor su
aporte cuanto más verdes están y aumenta su cantidad cuando está en su punto
justo de maduración, y luego vuelve a disminuir. Otros factores que destruyen
la vitamina C son el calor, el aire y el alcohol etílico: se oxida y pierde su
actividad.
Fuentes donde se encuentra la
vitamina C: coles de bruselas, coliflor, fresas, kiwi, limón, melón, naranja,
pimiento verde, nabo, tomate, leche de vaca, carne, cereales y hortalizas.

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